Se trata de Marcelo Romero, fiscal del Ministerio Público de la Provincia. Es luego de que el ex juez de la Corte Suprema dijera que le gustaría que el Gobierno «se fuera lo antes posible».
La frase de Eugenio Zaffaroni sobre su deseo de que el gobierno de Mauricio Macri deje el poder «lo antes posible» generó críticas de Cambiemos y de algunos miembros de la Justicia. Por el lado del oficialismo, le respondieron Mario Negri, jefe de la bancada en Diputados, y Germán Garavano, ministro de Justicia. Ahora, el fiscal del Ministerio Público de la provincia de Buenos Aires Marcelo Romero publicó una carta abierta en la que, con ironía, critica el historial de fallos polémicos del ex juez y tilda su frase de «golpista».
El escrito de Romero comienza con una alusión personal: «Quien escribe estas líneas no ostenta doctorados honoris causae, premios internacionales ni reconocimientos masivos de colegas y alumnos de todos los continentes. Este humilde abogado se formó con aficionados y principiantes (sus acólitos los llamarían dinosaurios) del Derecho Penal, tales como Sebastian Soler, Ricardo Nuñez, Carlos Fontán Balestra, José Peco, Guillermo Ouviña, Carlos Creus, Ricardo Levene, Jorge Frías Caballero, entre otros, quienes no pudieron ver la luz que usted encontró en su prolífica carrera, que hoy se corona ocupando un sillón en el máximo Tribunal de Justicia continental».
Si bien la misiva es cronológica, ya que menciona postulados y fallos en los que estuvo involucrado Zaffaroni, en el final Romero hizo referencia a la frase sobre el gobierno nacional. Y sentenció: «Perdón por atreverme a pensar que manifestar públicamente el deseo que un gobierno constitucional -elegido democráticamente por el Pueblo- se vaya antes de tiempo, constituye una frase golpista e impropia de un magistrado internacional».
Para recordar -y criticar- las frases de Zaffaroni, Romero volvió a hacer referencia a su persona: «Debido a mis severas limitaciones intelectuales nunca pude entender sus sabios postulados respecto del delito como ‘creación política’. Respecto del proceso penal como una ‘farsa de los poderosos’, quienes le quitaron a los particulares el ‘conflicto’ y la posibilidad de resolverlo entre ellos. Respecto de la cárcel, como una institución que ‘no sirve para nada’. Respecto de la situación del Estado, quien no está ‘legitimado’ para imponer sanciones. Respecto de la pena como otro ‘hecho político’ para llenar de pobres e indigentes las ‘agencias’ policiales y penitenciarias, para ‘saciar’ las ansiedades de las clases dominantes frente a la ‘sensación de inseguridad’, entre otras de sus genialidades».
También apunta que él adhirió a dos campañas para impugnar su candidatura a la CIDH, siendo una de ellas una presentación internacional que realizó el foro Usina de Justicia: «Debo pedirle perdón, porque dije en inmumerables oportunidades que sus teorías son -a mi entender- pseudo doctrinas berretas que han perturbado severamente el juicio crítico de los funcionarios que deben impartir Justicia en nuestro país… Evidentemente, como dicen sus adláteres, no entendí nada!
Siempre con la misma ironía, Romero enumeró algunos fallos polémicos de Zaffaroni, aunque deja en claro que para él son «absurdos». Entre ellos, nombra «el el juicio a un encargado de un edificio que forzó a una niña de 7 años a una ‘fellatio'» en el que el ex juez de la Corte «adujo que la luz apagada era un atenuante».
Y sigue: «En otro fallo brillante se resolvió que un robo a mano armada perpetrado con un arma blanca no es considerado delito porque ‘un cuchillo no es un arma’. En otro de sus iluminados fallos se dictaminó que un auto estacionado es una ‘cosa perdida o abandonada por su dueño’ (ya que el propietario no estaba presente) y por ende el delincuente no habría incurrido en robo, sino en ‘apropiación indebida’. Podrían citarse más, pero será el último fallo referenciado el posterior al allanamiento de un laboratorio de droga donde se requisaron elementos probatorios como balanzas, droga, un molino y los dediles, ocasión en que dictaminó que aquel no debía ser considerado un local de venta de droga puesto que no se encontraba en el lugar comprador alguno».
«Perdón!!! Me siento tan avergonzado por no comprender estas genialidades, que me moviliza la idea de recursar una y otra vez Derecho Penal, Parte General; Derecho Penal, Parte Especial y Derecho Procesal Penal, y de comprarme todos sus libros, incluyendo el ‘Derecho Penal Militar’ -si logro hallarlo- para aprender como un genio puede cambiar de opinión y, aún así, mantener sus ideales», completó el fiscal Romero para visibilizar del todo el tinte irónico del escrito.
En el final, cerró: «Le pido disculpas, oh Maestro! Ojalá mi limitada inteligencia -algún día- pueda comprender su sabiduría y su legado. Dios quiera que pueda sumarme a la inmensa legión de sus seguidores y adoradores y, finalmente, ver la luz!»
Fuente: Infobae.com
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