El «arrepentido» Leonardo Fariña salió esta noche a redoblar sus acusaciones contra Néstor y Cristina Kirchner, a quienes acusó de ser las cabezas de un sistema de negocios construido alrededor de la obra pública con «sobreprecio» para su beneficio personal.
El llamado «valijero» de Báez hizo estas revelaciones durante un reportaje que concedió al programa Odisea Argentina, el ciclo periodístico de Carlos Pagni en el canal Todo Noticias (TN).
Según Fariña, que hoy por su condición de arrepentido goza de un régimen de protección de testigos del ministerio de Justicia, la obra pública que como contratista los K le adjudicaban a Lázaro Báez, actualmente preso, tenía un sobreprecio del 20 por ciento.
Dirigiéndose a Báez le aconsejó a su ex jefe que «no sea boludo como yo» y revele a la Justicia la «verdad» para no perjudicar a su familia; también señaló que Báez es «el gran eslabón» de esta saga de corrupción.
En otra parte de su mensaje, le dijo a Báez que no esperara en la cárcel que lo salvara una mano milagrosa «porque esa mano nunca va a llegar».
Con la misma línea argumental, Fariña presentó su versión de los hechos de corrupción que tienen preso, entre otros, al propio Lázaro Báez, en sendos reportajes que también concedió al diario Clarín y al diario norteamericano Wall Street Journal.
Fariña se presentó en la entrevista, de la que se mantuvo reserva dónde se hizo, con un gorro de lana («El estrés me está haciendo caer mucho pelo», le confió a los periodistas que lo interrogaban).
Preso dos años por evasión fiscal (recuperó la libertad a partir de que decidió «arrepentirse» ante la Justicia) Fariña señaló que su detención responde a que «tuvieron que buscar a uno que pegue por los demás».
El «arrepentido», que a su pedido las cámaras de TV casi no lo apuntaron («Estoy muy nervioso»), indicó que la «cartelización» de la obra pública fue un sistema de recaudación que «lo tenía Néstor Kirchner» como principal responsable de esa logística.
Dijo asimismo que en el país «hay muchos Lárazo Báez», dando a entender que otros contratistas del Estado también hicieron contrataciones irregulares.
Explicó que la metodología del negocio entre Lázaro Báez y el Estado respondía a la siguiente secuencia: «sobreprecio en la obra adjudicada, adelanto del dinero, documentación apócrifa, coima y lavado».
Para Fariña la relación de Báez con el poder K tuvo un antes y un después de la muerte de Néstor Kirchner: «Cuando murió Néstor (Kirchner) tanto era el volumen de plata que tenía Lázaro (Báez) que comenzó a sacarse dinero al exterior, a través de financieras y por distintos métodos».
En su relato, Fariña diferenció la relación que tenía Báez con Néstor y con Crisitina: «Con Néstor eran amigos, le decía profesor…Con Cristina no».
Fariña agregó que, muerto Kirchner, el gobierno de Cristina cortó las contrataciones con sobreprecio a Báez, pero no obstante eso, apunto que la ex presidenta «fue a golpearle la puerta» a Baez para que éste no se quedara con dinero que, siempre según el relato de Fariña, «correspondía a Néstor Kirchner».
«Para mí encubrió… Lo de Hotesur es muy evidente, no tenés necesidad de tener una cuenta en el exterior para lavar plata», apuntó a Cristina.
Habló también con lujo de detalles sobre las costumbres de Lázaro Báez («Le gustan los relojes y los autos) y de Martín Báez («Es un pibe macanudo que arrastra con el apellido del padre»).
También dijo sentir temor por su vida, y en ese sentido confesó antes las cámaras que estando preso recibió un mensaje directo de que lo iban a a matar.
En el último tramo de un larguísimo reportaje contó que su relación con Lázaro Báez comenzó a cortarse a partir de «mi alta exposición», que llegó a su techo cuando se casó con la modelo Karina Jelinek.
Sobre ese punto, señaló que en su tarea de «auditar» las empresas de Báez fue reemplazado por Daniel Pérez Gadín, el contador que también quedó detenido por su actuación «comprometedora» en el diseño de la llamada ruta del dinero K.
Deslizó que la AFIP hizo la vista gorda a las operatorias irregulares de Báez como contratista, involucró también al abogado de este, Jorge Chueco (preso también) y reveló que Cristóbal López era a los ojos de su jefe un «enemigo acérrimo».
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