El otro lado de las cosas, columna de opinión del periodista, Lucio Bobadilla.
A pocos días de terminar el año, quienes vivimos en la ciudad, estamos nuevamente conviviendo con el fenómeno de la Inundación. Pobladores de zonas inundables ya están padeciendo la situación dramática de tener que dejar sus hogares y buscar refugio dónde sea, en la banquina de las rutas, en las escuelas, en casa de familiares, en alquileres que se buscan desesperadamente, y dónde la especulación desalmada de los precios, no tiene ninguna clase de consideración. Nuestros vecinos del otro lado del río, ya están conviviendo con nosotros, pues el río borra fronteras, y nos une más que nunca en la desgracia.
Quienes vivimos dentro del anillo de protección o defensas, ya no estamos nada tranquilos. A pesar de las afirmaciones de las autoridades de que todo está controlado, el que se descontrola es el río, y los pronósticos del Instituto Nacional del Agua, que provee escalas hidrométricas de toda la cuenca, lluvias caídas o por caer y sus consecuencias en diversas zonas del país, no es nada alentador.
Jamás podríamos olvidar las desgracias del año 1983, y 1992, cuándo el río desbocado cual caballo asustado, ingresó en nuestras casas en la ciudad, y aún hoy, con el paso del tiempo y los múltiples arreglos que hicimos para subsanar los problemas de las viviendas, la humedad permanece intacta, dentro de paredes y revoques con cerezita, u otro material “especial” recordándonos que “su madre” , el río, está cada vez más cerca. Para que nuestros nervios no lleguen a mayores, necesitamos información, comunicación clara , constante y sincera, de quienes manejan datos precisos, de quienes con el poder en sus manos y en sus cargos, puedan darnos la certeza de que vamos a estar bien, de que no nos vamos a inundar, o de que correr a tiempo no es cobardía, porque por lo menos podremos salvar nuestros enseres, que tanto nos cuesta comprar y conservar. Cada familia es un mundo , y cada hogar es una circunstancia particular en medio de una desgracia como la que nos tocó vivir en tiempos como los que estamos viviendo hoy, de inundación.
Mientras ayudamos a quienes nos necesitan, también ayudémonos mutuamente pasándonos información seria, no alarmista, real y sincera, que nos sirva para estar atentos, y tomar precauciones, sin intención política de ninguna clase, pues la naturaleza no distingue las pequeñeces por las que el hombre marca sus diferencias. Eso sí, se toma revancha de cada estupidez que cometemos con ella, en cuestiones de medio ambiente, y esta, es una prueba concreta. Será que alguna vez nos daremos cuenta, antes de tener, el agua al cuello. Aunque nunca aprendemos del todo, ojalá que esta vez sirva para ver con claridad, el otro lado de las cosas.
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