Es la Naturaleza

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Columna de opinión del profesor y escritor, Dionel Filipigh.

Opinión. Columnista, Dionel Filipigh.
Opinión. Columnista, Dionel Filipigh.

Quienes puedan recorrer el mundo con el Google Heard podrán percibir la inmensidad de nuestro planeta. Este comienzo tiene relación directa con los acontecimientos que preocupa a la gente que vive en esto que llamamos litoral argentino, la Mesopotamia y la región Chaqueña.

Los ríos Paraná, Uruguay, Paraguay, Pilcomayo, Porteño, Bermejo, Monte Lindo, Malvinas, por mencionar algunos (y haciendo hincapié en los que no tienen tanta publicidad y pertenecen al Departamento Pilcomayo en la Provincia de Formosa) están desbordados. Una creciente que a conciencia de quienes habitamos el lugar no ocurre en fin de año a este nivel de por lo menos más allá de los anteriores cincuenta años. Hubo algo así en 1966 pero de menor alcance.

Pero no es la intención de este artículo desvelarnos con las angustias e inclemencias de las inundaciones, sino de sus predicciones.

Quienes nos metimos en el agua y anduvimos asistiendo a la gente percibimos con rotunda conciencia la limitación humana ante la naturaleza. El esfuerzo solidario, brindado con esfuerzo, dedicación, espontaneidad, no llega más allá de liberar la carga de conciencia que significa el lamento sobre lo imposible de resolver. Esta expresión es dura e intencional. Los esfuerzos no dejan de ser dignos y pregonarlos por televisión nos recuerda también aquellas largas filas que se formaban para entregar las joyas y chocolates para los soldados en Malvinas. Como aquella guerra absurda que no se debió empezar, ahora la solidaridad debe tener otro parámetro de acción: que no nos vuelva a pasar.

La inmensa naturaleza nos deja con los brazos tendidos de impotencia cuando creemos que la podremos vencer llevando alimentos y colchones y todo el resto de la solidaridad material. Hace falta una estrategia general. Hace falta deshabitar los lugares inundables, fortalecer las barreras y prevenir que las lluvias y los anegamientos se escurran hacia la salida de las vertientes con poblaciones que la miran desde la altura sin necesidad de la zozobra y de la angustia. Estrategia que implicará ocupar bien los fondos destinados para que las cosas se hagan definitivamente bien, que no haya charcos de agua contaminados, que no haya charcos de agua con mosquitos transmisores del dengue y no responsabilizar a la población de que el problema del dengue es porque en su casa tiene un miserable florero frente a un santo.

Estrategias, políticas, presupuesto bien utilizado, para que todos vivan mejor, implicará prevenir las urgencias que tiene la naturaleza incontenible de manifestarse ante la cual somos pigmeos. La mejor figura para terminar. Una inundación se puede representar con un hormiguero al que cada uno de nosotros como gigantes lo llenamos de agua. La labor de todas las hormigas no puede contra nosotros. Que el ejemplo sea válido. Dixi.

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