El kirchnerismo pactó una tregua con Alberto Fernández, pero prepara una ofensiva para tomar el control de la campaña

Tras el control de daños sobre el conflicto impulsado vía “Wado” de Pedro, el ala K busca imponer una mesa política, con base en la provincia de Buenos Aires, pero con proyección nacional. En la Casa Rosada creen que ganaron la disputa de esta semana y creen que el Presidente está competitivo

Aunque desde ambos bandos del Gobierno se esmeren en asegurar que el affaire protagonizado por Eduardo “Wado” de Pedro se terminó, el conflicto por las filosas declaraciones del ministro del Interior contra Alberto Fernández aún genera coletazos. Tanto en el ala moderada como en el kirchnerismo consideran, contradictoriamente, que se impusieron en la discusión; pero coinciden en que la reedición recargada de las críticas de los duros en el comienzo del 2023 electoral marcó un punto de inflexión en la dinámica del Frente de Todos de cara a la campaña. Si bien hubo una tregua temporal, el ala k se prepara para tomar el control de la carrera proselitista, encabezada por Cristina y Máximo Kirchner. Mientras tanto, en la Casa Rosada resisten la imposición de una mesa política nacional y se muestran convencidos que el Presidente está competitivo para las PASO.

Los desafiantes mensajes que le envió De Pedro al primer mandatario, la semana pasada, desembocaron en una discusión que llevó al Frente de Todos al filo del abismo, si bien hoy todos aseguran que nunca estuvo en riesgo la continuidad de la unidad formal. El ministro del Interior, alfil de CFK, acusó a Alberto Fernández de excluirlo de un acto con Lula da Silva y organismos de derechos humanos. Después lo relativizó. Y, al final, culpó a los medios que transmitieron el mensaje que él mismo había buscado difundir.

Entre el dardo del miércoles pasado y el lunes, cuando “Wado” tuiteó para calmar las aguas, la Casa Rosada desató una contraofensiva, con declaraciones filosas de los ministros albertistas Gabriela Cerruti, Victoria Tolosa Paz, y Aníbal Fernández que llevaron, durante el fin de semana, a una serie de negociaciones obligadas, por canales subterráneos, entre duros y moderados.

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En esos diálogos ajetreados, y a contrarreloj, intervinieron, en calidad de mediadores, Sergio Massa -el ministro de Economía y tercer fundador de la coalición, que desde sus épocas como presidente de la Cámara de Diputados actuaba como pivot entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner-; su sucesora en Cámara baja, Cecilia Moreau, y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, más cercano al Presidente pero con buen diálogo con el mundillo K.

Desde el entorno del Presidente le avisaron al sector disidente, en esas charlas, que Alberto Fernández estaba a un paso de echar a De Pedro y romper la coalición. Exigía, para no avanzar hacia el quiebre total, un mensaje claro de parte del ministro. Quería que “bajara la espuma”, informaron fuentes del kirchnerismo al tanto de las conversaciones. El resultado fue el tuit que publicó De Pedro el lunes por la tarde, previamente consensuado con los albertistas, donde básicamente llamaba a dejar atrás el problema específico y seguir adelante. El soldado de Cristina Kirchner no pidió disculpas ni se hizo cargo de sus dichos. Pero tampoco redobló la apuesta. En sus oficinas aseguran que nunca pensaron en irse del Gobierno, pero que tampoco temieron que el jefe de Estado les pidiera la renuncia. “No echa a nadie, menos a un referente como Wado”, dijeron.

La tensión por la pugna puntual bajó y ayer, tanto en la Presidencia como en las oficinas de De Pedro, evitaban hacer comentarios. “Ya pasó, quedó saldado”, repetían, por la tarde. Inclusive hubo una bajada de línea desde la cúpula K para que nadie saliera “a pudrirla”, en palabras de un funcionario. Andrés “El Cuervo” Larroque, sin embargo, habló contra Alberto Fernández, un hecho ya habitual, que en las primeras líneas del kirchnerismo consideraron un error táctico en el delicado contexto.

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Más allá de los intentos de atenuar la belicosidad, las respectivas miradas sobre el resultado de la batalla de la semana pasada -la última de una larga saga que lleva dos años- demuestra que las posturas siguen siendo opuestas, y que no hubo una pacificación de fondo, ni de los ánimos, ni de las ambiciones y exigencias. A cada lado de la trinchera se consideran triunfadores. “Un ministro lo desafió y no pudo hacer nada. Ganamos”, dijeron en el espacio de Cristina Kirchner. “Wado tuvo que recular, básicamente pidió perdón, ganamos”, retrucaron cerca de Alberto Fernández.

El panorama de la interna no se encamina a mejorar, sino todo lo contrario. El kirchnerismo no tiene planeado bajar los brazos en la embestida contra la Casa Rosada, y seguirá resistiendo que Alberto Fernández se presente como candidato. Apostarán a “Wado” de Pedro o a Sergio Massa, según cómo se posicione cada uno en los meses que quedan antes del cierre de listas. Y depositarán todos los esfuerzos a evitar que haya PASO, para cerrar una nómina única puertas adentro, y apuntar a que el primer mandatario tenga una “salida elegante”.

En el corto plazo, no insistirán con la creación de una mesa política: buscarán imponerla. El encuentro de la noche del martes fue una primera muestra en ese sentido, reveló un funcionario de peso en el espacio, a nivel nacional. Si bien la reunión convocada en Merlo anoche por el jefe del PJ de la provincia de Buenos Aires, Máximo Kirchner, tuvo base y proyección estratégica para el territorio bonaerense bonaerense, en las filas de Cristina Kirchner aseguran que es el puntapié inicial para avanzar desde allí hacia la esfera nacional y “marcarle la cancha” a Alberto Fernández.

Las principales figuras invitadas, además del líder de La Cámpora, fueron el gobernador bonaerense, Axel Kicillof -que buscará la reelección, si es que CFK no lo manda a pelear la Presidencia-; el propio De Pedro, el jefe de Gabinete provincial, Martín Insaurralde -virtual competidor de Kicillof en la interna local- e intendentes afines a “la orga”. Hubo un solo representante del albertismo: Gabriel Katopodis, su ministro de Obra Pública, que mantiene contactos transversales.

Un dato no menor: también asistió Massa, virtual presidenciable, volcado hacia el ala kirchnerista desde que asumió en Economía y que faltó a los últimos cinco actos que protagonizó Alberto Fernández en el último mes. Antes de que se presentara, entre los organizadores dudaban sobre su asistencia. “Está claro que juega con nosotros, pero esto no es pool, es billar. No todo es tan lineal”, deslizaron. Creen que no es momento para que Massa se ubique de su lado manera tan evidente. “Por ahora está al costado o por encima de todo”, dijeron. En tanto, cerca del ministro siguen sosteniendo que sólo está abocado a la gestión.

En la órbita de Alberto Fernández se muestran inflexibles e insisten en que no convocarán a una mesa política nacional. “No tiene sentido. Si la armamos, lo primero que van a pedir es que Alberto se baje de la carrera para la reelección. Y él no lo va a hacer, porque cree que puede. Y puede”, dijo un funcionario de su entorno.

Las encuestas que encargaron en las últimas semanas les muestran a los dialoguistas que, dentro del espectro de votantes del Frente de Todos, un 50% elegiría por Cristina Kirchner; un 25% por Massa, y un 25% por Alberto Fernández. En ese sentido, creen que tienen un empate con el ministro de Hacienda. Ya advierten que ya es “un esfuerzo que un Presidente se rebaje a disputar una PASO”. Pero no están dispuestos a que, directamente, lo obliguen a correrse de la contienda. Anoche siguieron de cerca el desarrollo de la mesa política bonaerense, que en realidad impulsan líderes nacionales, y que está encabezada, en las sombras, por Cristina Kirchner. Mientras tanto, preparan su propia estrategia para contrarrestarla.

Fuente: Infobae.com

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