
Era estudiante y vivía en Clorinda. La familia denunció su desaparición el 16 de junio de 2017 y su cadáver apareció a la semana. Desde un principio, acusaron de inacción a la Policía y a la Justicia. Hubo varias marchas pidiendo justicia. En el inicio de la causa, hubo seis jóvenes de entre 18 y 24 años detenidos y una chica de 17. Hoy son cuatro los que permanecen tras las rejas y se espera la nueva testimonial del dueño de la casa donde se registró la “fiesta”.
Ayer se cumplió el tercer aniversario del femicidio de Cintia Morán. Ella tenía 19 años, era estudiante del Centro de Enseñanza Superior (CENS) Nº 123 de Clorinda, donde buscaba terminar el secundario.
En la noche del viernes 16 de junio de ese año, salió a divertirse, como tantas adolescentes, pero no regresó más a su casa. Una semana después, su cadáver apareció en un zanjón a la vera de la RN 86. Cintia fue abusada sexualmente por varios hombres -se presume que por al menos cuatro-, al punto que le provocaron gravísimas lesiones en los genitales, fue drogada y arrojada al agua, todavía con vida, y murió asfixiada por sumersión, según los datos de la autopsia que recibió su familia.
En el inicio de la causa, por su femicidio fueron detenidos seis jóvenes de 18 a 24 años, y una conocida suya, de 17, que la habría invitado al lugar y entregado a sus amigos. Hoy, siguen detenidos cuatro de los involucrados y se aguarda que brinde una nueva declaración el dueño de la vivienda donde se llevó a cabo la “fiesta”. En Clorinda se concretaron varias movilizaciones para reclamar justicia.
En diálogo con La Mañana, Graciela Olivera, abuela de Cintia, recordó este tercer aniversario de su femicidio y lo hizo con una profunda carga emotiva.
“Enfrentamos este tiempo con mucha angustia porque, aunque pasaron ya tres años, es como si ayer hubiese pasado. No lo superamos y justo que estábamos yendo adelante con el juicio, vino a pasar esto de la pandemia. Tenemos una abogada muy buena que es un ángel que Dios puso en nuestro camino, porque está muy comprometida con el caso de mi nieta. Es la Dra. María Cristina Sanabria”, arrancó.
La familia de Cintia esperaba con ansias la nueva declaración que debía brindar ante la Justicia el dueño de la casa donde “iba a realizarse el supuesto cumpleaños para el que invitaron a mi nieta y donde comenzó todo este triste drama”, señaló.
En otro tramo de la entrevista, Olivera recalcó: “La abogada nos dijo que, estudiando los muchos cuerpos que tiene el caso, encontró muchísimas dificultades en el procedimiento, cosas que no se hicieron bien. Comenzando con dejar en libertad a quien consideramos el principal involucrado, que es el dueño de la casa donde comenzó todo (…) Nosotros creemos, yo especialmente, que hay algo ahí que no encaja porque fue él quien invitó y todos los involucrados estuvieron en su casa así que ¿cómo no iba a saber lo que ahí pasaba?”.
Al referirse a Cintia, Olivera recordó que su nieta “era una chica que siempre que salía volvía a la casa, y si iba a quedarse en lo de alguna amiga, llamaba y avisaba. Cuando empezamos a buscarla era el día del padre. El viernes ella salió y el sábado ya no volvió y nos extrañaba muchísimo (…). El viernes mismo ya le había pasado lo que le pasó”.
“Veo a mi hija y a mi yerno, padres de Cintia, con mucho sufrimiento. Por eso ella no se anima a hablar con los medios porque se quiebra. Igual que mi yerno e incluso me pasa también. Ellos todos los lunes iban al cementerio, pero ahora, con la cuarentena, no pueden, y como estamos bastante alejados del lugar donde se la encontró, tampoco podemos ir casi”, lamentó.
Recordación
En la jornada de ayer, los padres y familiares cercanos de Cintia se congregaron a la vera de la RN Nº 86, en el lugar donde su cuerpo fue hallado y donde se erigió un cartel en su memoria. Allí plantaron árboles y oraron por su descanso eterno.
“Hace días que venimos rezando una novena en casa por Cintia, y esta noche (por ayer), si Dios permite, vamos a participar de una misa a puertas cerradas, no más de 10 personas, ya que así está establecido para evitar la aglomeración de personas”, dijo la abuela de la adolescente asesinada.
Asimismo, tuvo palabras de agradecimiento para con el Colectivo ÑandeRoga Guazú que “fueron los primeros que nos apoyaron y estuvieron con nosotros en esta lucha. El martes escuché a Ana Caligaris, una de las integrantes de Ñande y sus palabras nos reconfortaron. Para ellos nuestra gratitud”, remarcó Olivera.
Por otra parte, reconoció que cuando ocurrió el femicidio, “en segundo lugar vino gente de la Secretaría de la Mujer pero, sinceramente, no nos quedamos conformes. Vinieron al principio, parecía que nos iban a ayudar y nos dieron fuerzas las dos o tres veces que vinieron; pusieron un abogado pero parece que no tenía mucho interés en la causa. El abogado nos dejó de lado y estábamos perdiendo la fe, cuando apareció esta abogada que hoy lleva el caso”, señaló la abuela de la víctima de femicidio.
“Que los culpables paguen y no salgan”
Finalmente, la abuela de Cintia pidió a la Justicia provincial que hoy tiene el caso en sus manos que “nos apoyen y que los culpables paguen por lo que hicieron y que no salgan para evitar que a otras chicas les pase lo que le pasó a mi nieta”.
Olivera reconoció que “lo que padeció Cintia fue algo aberrante y lo que le pedimos a la Justicia es que no nos abandonen, queremos una justicia justa y que queden presos los verdaderos culpables. Agradecemos a los medios que siempre nos acompañan y hacen el seguimiento del caso porque gracias a ellos, gracias a ustedes desde el Diario La Mañana, la Justicia no se queda y se mueve. Nosotros vamos a seguir luchando y no vamos a bajar los brazos”, concluyó con firmeza.
“Actos aberrantes que definen una historia ajena”
Desde el Colectivo Feminista clorindense “ÑandeRoga Guazú” recordaron el martes 16 lo que fue el inicio de la búsqueda del paradero de Cintia Morán, donde su padre, madre, abuela y la comunidad en su conjunto trataban de hallarla, y ayer, los tres años de su femicidio.
“Tres años de desolación”, arrancaron señalando. Tiempo en el que “la conmoción no pasa ya que grupos de varones siguen repitiendo conductas como la de quienes se apoderaron del cuerpo y la vida de Cintia. Les dicen manadas, son grupos de varones violadores, cómplices, asesinos. Se espera justicia, la que da una respuesta, una parte del consuelo que la ausencia definitiva desconsuela”, recalcaron desde el Colectivo.
“Se espera una sociedad asumiendo las diferentes dimensiones que apunten a mostrar y demostrar la gravedad de la violencia de género y sus consecuencias: políticas públicas, educación con perspectiva de género, cambios de actitud en una sociedad patriarcal. Queremos siempre mostrar y demostrar la gravedad del problema y sus implicancias sociales, para que todas y todos tomemos conciencia de éstos actos aberrantes que definen una historia, la historia ajena; cuando Cintia tenía sus sueños y proyectos, otros muchos varios se los arrebataron”, expresaron finalmente.
Fuente: La Mañana.
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